Esa fantasía de atacar la compu con un martillo
Por Thomas L. Friedman Columnista DE THE NEW YORK TIMES
La historia que más me gustó en el fascinante libro de Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee “The Second Machine Age” relata que cuando le preguntaron al gran maestro holandés del ajedrez Jan Hein Donner cómo se prepararía para una partida de ajedrez contra una computadora, como Deep Blue, de IBM, Donner respondió: “Llevaría un martillo”.
Donner no es el único que fantasea con destruir algunos de los últimos avances en software y automatización
que no sólo están reemplazando cada vez más rápido a los obreros, sino
también a los empleados calificados y hasta a los grandes maestros.
En la última década ha ocurrido algo muy, muy impresionante. Se percibe en todos los empleos, fábricas y escuelas.
Mi síntesis es que el mundo pasó de “conectado a híperconectado”. Brynjolfsson y McAfee, ambos del MIT, ofrecen una explicación más detallada: estamos en los inicios de la Segunda Era de las Máquinas.
La
Primera Era de las Máquinas, sostienen, fue la Revolución Industrial
que nació con el motor a vapor a fines del siglo XVIII. Esa época
consistió en “sistemas de potencia para aumentar la fuerza humana”,
explicó McAfee en una entrevista: “Cada sucesiva invención de esa era
produjo más y más potencia. Pero todas exigieron que los humanos tomaran
decisiones”.
Mano de obra y máquinas eran complementarias. Brynjolfsson
sostiene que en la Segunda Era de las Máquinas, por el contrario,
“estamos comenzando a automatizar muchas más tareas cognitivas, muchos
más de los sistemas de controles que determinan para qué utilizar esa
potencia. En muchos casos, las máquinas inteligentes de hoy pueden tomar mejores decisiones que los humanos”. Los humanos y las máquinas impulsadas por un software probablemente serán cada vez más sustitutos, no complementos.
Sumemos
a esto la potencia de Internet. Pronto todos en el planeta tendremos un
teléfono inteligente y cada caja registradora, motor de avión, iPad de
estudiante y termostato transmitirá datos digitales a través de
Internet.
De golpe, la velocidad y la pendiente de superación se vuelven muy rápidas y empinadas. Si juntamos todos estos avances, dicen los autores, vemos que nuestra
generación tendrá más capacidad que nunca para mejorar (o destruir) el
mundo, dependiendo de menos gente y más tecnología.
Pero también significa que debemos rever
nuestros contratos sociales, porque el trabajo es muy importante para
la identidad y la dignidad de una persona y la estabilidad de la
sociedad.
Los autores sugieren que analicemos bajar los
impuestos sobre la mano de obra humana para que sea más barata que la
digital, que reinventemos la educación para que más personas puedan
“correr con, no contra, las máquinas”, y que hagamos mucho más para
fomentar el espíritu empresario susceptible de inventar nuevas
industrias y trabajos. Tenemos mucho para pensar, afirman, pero estamos
en una regresión del empleo inducida por la recesión. Estamos en medio
de un huracán tecnológico que está redefiniendo el trabajo y se duplica constantemente.
Copyright The New York Times, 2014. Traducción de Cristina Sardoy.
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