domingo, 16 de marzo de 2014

Jan Koum - WhatsApp

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Entrevista al fundador de WhatsApp


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(publicada en revista VIVA el 16 de marzo de 2014)

Esta historia se parece a una película berreta pero es real. Un adolescente ucraniano se va junto a sus padres a vivir a la costa oeste de los Estados Unidos. Es hijo único de un matrimonio de clase baja. Así que para estudiar en la universidad y comer tiene que lavar pisos y recibir ayuda social del Estado. Queda huérfano, deja los estudios para trabajar en Yahoo! y después de varios años, se va de la empresa para probar suerte con su propia idea. La bautiza WhatsApp, un mensajero instantáneo gratuito para celulares que gracias al boca en boca, en pocos meses se transforma en la aplicación obligatoria para millones de personas de todo el mundo y en una seria amenaza de muerte para el SMS. Cinco años después, la vende en 19 mil millones de dólares. La compra Facebook, la red social más poderosa del mundo y que -destino caprichoso- un par de años antes lo había rechazado para trabajar. Y los papeles de la venta se firmaron en la puerta del edificio donde él iba a buscar el cheque de la ayuda social cuando en el bolsillo no tenía un dólar partido al medio.

Ayer, 24 de febrero de 2014, Jan Koum, el protagonista de esta historia, cumplió 38 años. Ahora son las tres de la tarde y me espera desplomado en un sillón y sin ningunas ganas de hablar. Está cansado, con el estómago descompuesto por la resaca de un festejo que se filtró en Internet y un poco fastidioso porque no le gusta dar entrevistas.
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Hasta hace poco menos de un mes casi nadie lo conocía pero ahora vino a Barcelona a participar del Mobile World Congress, la feria de celulares más importante del mundo y es una estrella que necesita seguridad privada para poder caminar sin que lo molesten. Desde que se dio a conocer la cifra que Facebook pagó por WhatsApp, el mundo se le dio vuelta.

Durante la entrevista, Koum bostezó un par de veces. Me comentó alguien de su círculo que también estaba descompuesto. La noche anterior había festejado su cumpleaños con Mark Zuckerberg, sus parejas y otros amigos en una sala privada de Boujis, un restaurante carísimo sólo para invitados vip ubicado en la mejor zona del centro de Barcelona. El plan era hacer algo íntimo pero el video casero del momento de soplar las velitas fue publicado horas después en LaVanguardia.com. Koum parece no entender cuáles deben ser sus pasos a seguir ahora que el dinero y sobre todo la fama lo tomaron por sorpresa.

Después de pasar varias puertas, saluda vestido de jeans, remera gris y buzo canguro negro. Es bien grandote, tiene panza, poco pelo y se ve bastante pálido. No creo que se haya acercado jamás a practicar algún tipo de deporte. Es algo tímido pero no por vergüenza, sino porque parece ser esa clase de personas que están incómodas en cualquier lugar y situación que no sea cuando están solos frente a su computadora trabajando en lo que les apasiona. Pero tal vez no sea tan así porque cuando le digo que soy de Argentina, le cambia la cara. “Hace unos años fui a Buenos Aires y me encantó. Fue poco antes de empezar con WhatsApp. Es una ciudad con mucha onda, me gustaría volver algún día”, dice, amable.

Todos los periodistas le preguntan sobre lo mismo: la plata. “Son los mismos medios que hasta hace muy poco tiempo nos ignoraban o nos criticaban. Con respecto a la plata, no tengo nada para decir. Lo importante es qué haremos como empresa ahora que contamos con la ayuda de Facebook, que tiene muchos recursos valiosos, gente muy capaz. Vamos a seguir creciendo, pero no vamos a cambiar”. Se lo ve entusiasmado. Negará algún cambio en la empresa al menos cinco veces más durante la media hora que duró la entrevista. Quiere asegurarse de aclarar que seguirán como hasta ahora y que mantendrán su independencia respecto a dos temas que considera claves: publicidad y seguridad. No pondrán avisos de marcas y empresas ni tampoco guardarán, compartirán ni espiarán ninguna conversación entre dos usuarios. “Es falso que espiamos o usamos los datos de la gente. No almacenamos los mensajes que se mandan. Se almacenan en los teléfonos únicamente. Estamos en contra del rastreo de datos. Eso está en nuestro ADN como empresa y como personas. Valoramos mucho la privacidad y seguridad de cada uno. Hacerlo diferente sería ir contra nuestros principios y nunca lo hicimos. Ni siquiera sabemos la edad, su dirección o el género de nuestros usuarios. Apenas sabemos su número de teléfono y el nombre de usuario (que además puede ser un apodo). Todos los rumores sobre este tema son absolutamente falsos.

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Koum nació y se crió en un pueblito cerca de Kiev, Ucrania. Madre ama de casa y padre trabajador de la construcción, en su casa no sobró nada. Faltaba agua caliente y no tenían teléfono. Antes de irse a vivir a los Estados Unidos, se acostumbró a un ambiente en donde la comunicación no fluía. “No se podía hablar de cualquier cosa con desconocidos por miedo a que lo escuche la Policía comunista. Las paredes tenían orejas”. Aquellos primeros años, aseguran los que lo conocen bien, fueron el germen para la idea de WhatsApp.

Los tres se instalaron en Mountain View y por las grandes diferencias culturales, al jovencito Koum le costó socializar y hacer amigos. Su refugio fue la computadora. “No tenía ni la menor idea qué quería hacer de mi vida, pero como me gustaba bastante la informática, me puse a estudiar eso y matemáticas”. Aprendió rápido sobre servidores, programación, conoció online a varios hackers. Entró a Yahoo! tomado por Brian Acton, varios años mayor que él, pero con quien se hizo muy amigo. Durante diez años trabajaron juntos en el área de publicidad del buscador, pero ell mundo de los avisos lo aburrió tanto que terminó por detestarlo. La diferencia es que ahora ya no puede decirlo como antes, cuando era un Don Nadie. “Ningún aviso de publicidad le mejora la vida a nadie”, dijo en una conferencia hace un tiempo y en 2011 tuiteó una famosa frase de la película El Club de la Pelea: “La publicidad nos hace querer comprar coches y ropa, trabajar en empleos que odiamos para poder comprar lo que no necesitamos”. Así piensa él realmente. Por eso nunca permitió avisos en WhatsApp y repite que la venta de Facebook los mantendrá independientes y alejados de la publicidad, que en la red social abunda. Koum también tuvo que suavizar sus declaraciones en contra de las empresas telefónicas. WhatsApp le comió una porción enorme a la torta del negocio de los mensajes de textos (SMS), pero ahora en Barcelona su fundador fue por un escalón más: anunció que hacia mitad de año, se podrá usar la aplicación para hablar con la voz. Gratis. “Las operadoras no tienen que preocuparse porque la gente va a seguir pagando por el uso de un plan de datos para usar nuestra aplicación”, dijo.

Mientras tanto, WhatsApp continúa firme su marcha. Ya acumula casi 500 millones de usuarios y se suman un millón nuevos cada día. Antes de fin de año planean lograr que mil millones de personas se comuniquen a través del logo verde. El modelo de negocios de la app, hasta ahora, es bien simple: se paga un dólar por año y en todas las plataformas, salvo en la de Apple, el primer año es gratuito.
La empresa ocupa unas oficinas con apenas 55 empleados que se duplicarán en pocos meses. La mayoría de ellos van a trabajar como corresponde: en ojotas, zapatillas y remeras de colores. Las paredes están grafiteadas, hay bicicletas y mesas comunitarias. Casi todos son ingenieros radicados en Mountain View, parte de la mítica área que no figura en ningún mapa y que fue apodada Sillicon Valley. Zona que desde hace cincuenta años no deja de parir empresas tecnológicas exitosas, desde Intel, HP y Atari hasta Apple, Google, Twitter, Facebook y una larga lista a la que ahora hay que sumarle WhatsApp.

-Muchos desarrolladores y emprendedores quieren vender sus ideas como “revolucionarias”y las presentan con grandilocuencia como “salvadoras de la humanidad”. ¿Vos recordás cuáles eran tus objetivos cuando pensaste en WhatsApp?

-Yo sólo quería construir una buena aplicación, era una especie de desafío personal. Sentir que era bueno en lo que hacía porque yo era alguien nuevo y desconocido en el mundo de las aplicaciones. No, no pensé en algo más grande que eso. Quería que todos mis amigos la usaran.

-Cinco años después, ¿por qué crees que tuvo tanto éxito?
-Creo que por varias razones: nos focalizamos mucho en mejorar el producto y que funcione con tu libreta de contactos, lo que favoreció mucho a que se haga conocida muy rápido sin que tuviéramos que pagar nunca un solo dólar por publicidad tradicional. Los mensajes llegan rápido con muy poca conexión. Fue muy importante estar disponibles para todas las plataformas y sistemas operativos. Y también, bueno… a todos les gusta escribir algo y que la persona que le importa lo lea y responda, desde cualquier lugar del planeta. Somos personas. La comunicación es algo que está en nuestro ADN y la app conecta a personas.
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-¿Significó algo para vos ir a firmar la venta de WhatsApp a la puerta de la agencia donde ibas a retirar los cheques de la ayuda social?
-En realidad firmar ahí fue una idea de Jim (nota: Jim Goetz, la persona del fondo Sequoia Capital que hace dos años invirtió 8 millones en la aplicación). Él fue quien imprimió todos los documentos y sugirió que vayamos unas cuadras en auto a firmar a la puerta de ese edificio. Al principio no estaba particularmente emocionado y me daba igual pero después él me convenció de hacerlo y me di cuenta que tenía razón. Fue algo simbólico que estuvo muy bien.

Los 19 mil millones de dólares de la venta los pagará Facebook de esta manera: 4 mil millones en efectivo para los fundadores. Doce mil millones en acciones de la red social y los tres mil millones restantes a distribuir en el futuro entre los empleados que aceptaron unirse a WhatsApp cuando era solo un sueño de Koum. Él se niega tímido pero con firmeza a hablar de plata.

-No hablemos de plata real, usemos la imaginación. ¿Cuánto hubieras pagado vos hace un mes por WhatsApp?
Por primera vez sonríe y dice:
-No se trata de plata.


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